jueves, 27 de enero de 2011

Bajo el fúnebre crespor de la noche, me levanté , mis pies notaron lo frío que estaba el suelo y me dirigí hacía la cocina, como un rayo de luz , apareció otra noche más. Sus ojos verdes estaban posados en los mios mientras su piel blanca y sus grandes bigotes, hacía presenciar la belleza de aquel felino. Una noche más se quedaba parado, observandome, cada movimiento que hacía. Pero esa noche había algo más en el ambiente, algo que hizo que se enturbiara nuestro habitual encuentro.

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