sábado, 23 de julio de 2011

Miremos al mundo con otros ojos,
cual niño cuando empieza a soñar con un mundo más allá

La misma ciudad. Las mismas caras. Los mismos problemas. Todo igual, siempre lo mismo. El mismo vacío que sientes cuando recuerdas lo solitaria que estás pero luego no haces nada para evitarlo (aunque está bien, las grandes mentes empezaron así) pero no puedes seguir viviendo de esta forma. Aveces desearías gritar pero tu mente formula la pregunta ¿Y a quién realmente le importaría? El deseo de tomar el vuelo y jamás regresar a esta pequeña y asfixiante ciudad, que parece que si no eres como los demás te tachan de anormal, crece más en tu interior. Y sigues oyendo sus voces, como ecos fantasmagóricos pronunciando cada uno de tus errores, de tus desperfectos. ¡Miraros al espejo! salta una ira en una pequeña parte de tu cerebro. 
Las personas, el ambiente, el barrio, los grupos, las palabras vacías... Todo. Parece que te grite que huyas, a un lugar lo suficiente lejano y quieres hacerlo a la primera oportunidad que se te presenta.
Para y retrocede. ¿Realmente, por la gente, no ves el paisaje maravilloso que se cierne ante ti? Cualquier ciudad tiene su belleza natural, puedes estar herido, pueden haberte hecho daño... Pero todo el mundo también ha sido dañado. Pero hemos aprendido a renovarnos, a salir de la monotonía y ha disfrutar los soplos del verano. Cambia tu perspectiva. 

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