miércoles, 10 de agosto de 2011

- El olor peculiar de la taberna , los jazmines siempre bien ordenados en la floristería de Carmen, el sonido de los pájaros cantando por la ventana de mi habitación, el sabor único de la chocolatería de la calle en la que vivía Sara. Todo cambia, pero a la vez sigue igual. Pensé que llegaría a perderme en un mundo tan grande, y que por ello abandonaría a la antigua "yo" una vez que me fuera de mi pequeño barrio.
Pero, me equivoqué y por una vez me ha gustado hacerlo. Por que la misma niña inocente renace dentro de mí siempre que me acerco a aquella pequeña manzana , llena de personas gentiles y sabias. Y me siento bien. No importa las guerras a las que que me haya enfrentado , ni a los problemas que haya lidiado por que todas las cicatrices se borran cuando regreso a mi pequeño hogar.

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